Noche de Pesca

NOCHE DE PESCA

La tarde caía pudicamente. Se despojaba de las últimas luces. Apenas una suave brisa respiraba el fin del día. Los pájaros saludaban al sol en retirada. Los primeros murciélagos garabateaban las penumbras. Algún lucero audaz pulseaba con los últimos resplandores.-

El espectáculo parecía haberse puesto en escena sólo para mí.-

Respiré hondo. El aire, apenas tibio, de la primavera se desbordó por mi sangre. Aromas de la vida que me restauran.-

Sorbí lentamente mi penúltimo mate. Todos los sentidos alerta para capturar hasta la última molécula del anochecer. Desde el mar llegaba el sonido cadencioso de las olas contra la playa. EL olor a salitre, mariscos y algas, invitaba al ensoñamiento marinero.-

-Va a ser buena noche para la corvina negra - me dije-.

Comencé a preparar mis implementos de pesca. Caña robusta, reel y nylon acordes, plomadas pesadas. Todo en orden.-

Cuando la noche se instaló a sus anchas, provisto de linterna y balde, fui para el cangrejal. Comencé a juntar cangrejos. En lo posible capturaba sólo machos, por razones conservacionistas. Hay que ser rápido, asirlos firmemente por el dorso para evitar las dolorosas mordidas de sus pinzas.-

De pronto siento unos pinchazos en los tobillos. Ilumino. Un cangrejo de regulares proporciones intentaba ascender por mi pierna desnuda. Lo observo mejor. Casi seguro que es una hembra. El cuerpo alargado, las pinzas estilizadas, así lo indicaban. La tomo con la mano izquierda. La levanto. La pongo panza arriba, cerca de mis ojos. La tapa abdominal cubría casi totalmente su panza. No hay dudas, es una hembra. La arrojo a la arena, lejos de mí.-

Sigo caminando y metiendo cangrejos dentro del balde. Otra vez los pinchazos en el pie. Otra vez una cangreja que intenta trepar. Parece ser la misma. La tomo y la tiro lejos, sobre mis propias huellas.-

Sigo avanzando. Al poco tiempo, nuevo intento de la cangreja. Me aburre. La tomo y la introduzco en el balde.

-Que te entretengan los machos -le digo en voz alta-.

Sube al borde del balde y se instala en el asa. La vuelvo al interior del balde. Se reinstala en el asa.

-Está bien. Viajá donde vos quieras -digo nuevamente en voz alta- y doy por finalizada mi recolección de cangrejos.-

Llego a la playa. Aparentemente estoy solo. Toda la inmensidad para mí. ¡Qué sensación de omnipotencia!

Clavo el posa-reel en la arena. Armo la caña. Meto la mano en el balde para tomar un cangrejo. La ocupante del asa se deja caer sobre el dorso de mi mano. La saco de allí. Meto de nuevo la mano. La cangreja se agarra con sus pinzas de mi pulgar. No es una sensación dolorosa; más bien parece una caricia.

-Bueno, si estás tan decidida al sacrificio -digo mientras la amarro al anzuelo con finos hilos-.

Preparo mi lanzamiento. Estoy seguro que esta noche pesco una corvina negra. Me invade la fe fanática de los pescadores. Tiro. Un buen lance. Me siento en la arena. La caña firme entre las manos. La línea poco tensada. El cuerpo relajado a la espera del primer pique.-

De a poco pierdo la noción del tiempo. La monotonía del oleaje contra la arena. La oscura noche de estrellas apenas luminares. El aire, brisa virtual. La frescura nocturna de la primavera. La ausencia de pique. Todo contribuyó para que me adormilara.-

Mi entresueño transcurría sin sobresaltos. El placer del sopor me doblegaba apaciblemente. El pensamiento huía a buen paso.

Las ensoñaciones comenzaron. Un resplandor me rodeaba.

-No puede ser -balbuceaba el pensamiento que trataba de acercarse, reptando lastimosamente- si no hay luna no puede haber luz.-

La luz danzaba y me envolvía. El pensamiento huía cada vez más lejos, a pesar de mis llamados. El tenue resplandor me cautivaba. Su danza lasciva tomaba forma de mujer, muy blanca, muy velada. Los blancos velos me envolvían. Cosquilleaban todo mi cuerpo. El cuerpo frío de la dama hacía arder al mío. Se inclinaba sobre mi cuello. Los dientes fríos me recorrían en mordiscos sensuales, sabia mezcla de dolor y placer. Mi cuerpo ardió totalmente. Sólo me restaba la voluntad de no dejarme ir en cenizas. El resplandor de la dama blanca danzaba entre mis llamas. Yo ardía sin combustirme. El resplandor me inducía a seguirlo al mar. Mi voluntad me hacía de plomo sobre la arena.-

Sin aviso me desperté. Temblaba músculo por músculo. La ropa empapada como si hubiera caído al agua. El calor excesivo que irradiaba mi cuerpo, evaporaba el agua de la ropa. Trabajosamente intenté evocar mi sueño.-

Un pequeño tirón tensó mi mano que no había abandonado la caña. Ya totalmente alerta levanté la vista. Una fosforecencia rielaba a la altura en que yo calculaba que estaba mi plomada. El resplandor amarillento de las noctilucas es inconfundible.-

Un nuevo roce en la línea hizo que tensara todo mi cuerpo. Me incorporé con todos los músculos prontos. Ahora sí, franco, el arrastre característico de la corvina negra. Dejé que arrastrara un poco de hilo y aferré. La fuerza y firmeza de la primer disparada hicieron que mi corazón se acelerara.

-Clavé una buena -grité para mis adentros-.

La lucha fue larga, como sucede siempre que de corvinas negras se trata. Ella luchaba por su vida; yo por el ancestral placer de la pesca. Varias veces temí perderla pero esa noche la fortuna estaba de mi lado.-

Perdí la noción del tiempo. Creo que en una media hora la tuve exhausta sobre la arena. Convulsa, sin aire, consumidas las últimas energías, no se parecía al poderoso pez que fuera.-

Temblando, como mi primera vez, metí la mano por la tapa muy abierta de las agallas y la arrastré por la arena.

-Pesa como 20 kilos -pensé más que satisfecho-.

La iluminé. El nylon que empatillaba el anzuelo se perdía boca adentro.

-¡Qué la tiró, que tenía hambre -me dije, recordando que estos bichos es raro que traguen y el anzuelo casi siempre se clava en la boca.-

La degollé. Mientras desenclavaba el anzuelo de las agallas, cavilaba:

-Lástima la cangrejita, que me había salido pescadora-.

Comencé a ordenar mis artes de pesca. Con esta corvina tenía suficiente y todavía debía caminar un largo trecho para volver a casa.-

Tomé un grueso hilo de nylon trenzado, a efectos de pasarlo por la boca de mi presa, para trasladarla mejor. Iluminé la cabeza, sobre un ojo estaba la cangreja. Con sus pinzas introducía en la boca los últimos restos de un festín sanguinolento. La metí nuevamente en el balde. Até la corvina y emprendí la marcha.-

De pasada por el cangrejal volqué el balde con su contenido de cangrejos vivos. Retomé el balde. Asida firmemente del asa estaba la cangreja.

-Bueno, si no querés tu libertad te venís conmigo -dije en voz alta.-

Confieso que me costó más de lo imaginado volver a casa. Varias veces pensé que la fatiga me vencía. No me rendí. Apretaba los dientes y seguía caminando, dejando que el cerebro vagara alejado del tormento de las piernas acalambradas. Varias veces el cerebro coqueteó con la cangreja que seguía agarrada al asa del balde. La imaginó con luz propia, brillando para nuestro grupo en la oscuridad. A veces la convertía en una hermosa dama, le inventaba una turbia y confusa historia de amantes, que perdían su luz por ella; de marido celoso hasta el punto de encerrarla en una caja de vidrio repleta de luciérnagas y sumergirla en el mar. Mientras el cerebro se entretenía en sus divagues no reparaba en el cansancio de las piernas.-

Así llegamos a casa. Con las pocas fuerzas que me quedaban colgué la corvina de la rama más baja del ciprés. Con una filosa cuchilla la abrí desde el ano hasta la garganta, para eviscerarla. Ni rastros de vísceras ni de agallas.

-Menos trabajo y menos sangre -me dije mientras entraba a la casa-.

Puse el balde dentro del refrigerador. El frío aletarga a los cangrejos y los conserva con vida por varios días. La cangreja había decidido -por fin- instalarse en el fondo del balde.-

Me duché con agua bien caliente. Sentí un ardor desagradable en el pecho y lo ví enrojecido, como si hubiera estado mucho rato expuesto al sol. Las piernas se me desentumecieron un poco. Mientras me lavaba los dientes observé sobre mi cuello unos profundos raspones y algunos moretones.-

Me derrumbé en la cama. El cansancio demolió la vigilia. En medio del entresueño me pareció ver un resplandor en la cocina.

-Pucha -pensé- en fija que dejé abierto el refrigerador.

Intenté levantarme para solucionar el inconveniente. Las fuerzas no me dieron.

-Bueno -me conformé- por una noche no va a pasar nada.

Y me entregué al sueño definitivamente.-

Creo que el resplandor avanza hacia el cuarto.-

NIETITO CONTAME UN CUENTO

Yo no quería comer más. Porque el Bobi hace días que no viene. Dice mi vieja que él es muy enamorado, que debe estar con alguna novia, que ya muchas veces se fue de casa y que siempre s-i-e-m-p-r-e vuelve. El Bobi es todo marrón, tiene una corbatita blanca y me acompaña a la escuela. Yo sé que él va a volver, porque cuando estaba subido al árbol de enfrente y le pregunté a mi rama amiga si el Bobi iba a volver ella me dijo que sí con la cabeza. Y cuando estaba mirando a las hormigas y decía si esa negra grandota se mete en el hormiguero sin llevar nada el Bobi va a volver y ¡tá! la negra grandota se metió en el hormiguero sin llevar nada. Yo no me hago el bocho pero cuando mi vieja estaba internada yo miraba las gaviotas y decía si la que va segunda pasa a la que va primera mi vieja se va a curar y ¡tá! la segunda pasó a la primera y mi vieja volvió casi enseguida pero yo ya sabía que se iba a curar porque mi rama amiga ya me había dicho que sí con la cabeza. Y en el barrio todos quieren al Bobi. Bueno todos no. El viejo zarpado de la esquina, el que vive solo, no lo quiere porque el Bobi le corre a los gatos y una vez agarró a uno y casi lo mata y el viejo le dió con un palo al Bobi y yo le dije de todo porque los perros tienen que correr a los gatos y chau y el pobre Bobi salió gritando y de noche se quejaba en la cucha se ve que le dolía y estaba asustado porque el viejo le dijo que lo iba a matar. Y la otra noche mi viejo se sentó en la cama conmigo y me dijo que capaz que al Bobi le había pasado algo, porque ya eran muchos días y que de repente andando distraído por la calle capaz que lo había agarrado un auto y mi viejo suspiraba bajito como cuando yo lo estoy haciendo enojar pero mucho más bajito. Yo no le dije nada pero sé que está del tomate porque el Bobi va a volver. Y además cuando me acompaña a pescar cruza la Rambla conmigo y es un crack. El Bobi sabe cruzar, se para al lado mío y espera a que no pase ningún auto y cruza. Y también sabe nadar y se tira al agua para agarrar a los patos y yo me enojo porque nunca agarra a ninguno y cuando sale se sacude al lado mío y me moja todo. Y también sabe cazar ratas. Si yo ando nadando o pescando y dejo la ropa entre las piedras el Bobi va y me deja las ratas que caza al lado de mi ropa. Yo estoy seguro que él piensa que yo me como las ratas y por eso me las trae. Y me cuida pila porque si yo me zambullo y demoro en salir cuando salgo él está en el agua nadando y ladradando para que yo salga rápido. Por eso yo sé que no le pasó nada porque él es inteligente y me quiere mucho. El domingo vinieron mis tíos y mi primo Lalo. El Lalo trajo un Nintendo que está de más y lo enchufó a la tele. Se puso a buscar juegos y yo elegí uno con un perro que no se parece al Bobi pero es inteligente y bueno y que le da pa'delante como él. El perro buscaba un pibe que se le lo habían llevado unos monstruos y el perro lo iba a salvar. Capaz que el Bobi salió a buscar al Chueco que lo cuidó cuando nosotros fuimos en el verano a la casa de mis tíos en la playa. El Bobi y el Chueco son amigos. Ahora el Chueco no está. Y yo ví a la Tota llorando en la tele porque hacía días que el Chueco no está en la casa. Y bueno si ella y el Pardo, que vive en pedo como dice mi viejo, se pasan pegándole al pobre Chueco. Así que el Chueco se fue y chau. Y el Bobi lo salió a buscar, porque son amigos. Y va tener que ganarle a todos los monstruos que le tiran pelotas de fuego que si te pegan tres veces fuiste y te perdés una vida. Mi primo pensó que yo estaba pintado, porque yo nunca me cuelgo con el nintendo porque no tengo, pero de entrada nomás hice tres pantallas y él dos. Y de segunda llegué al quinto nivel y ya estaba cerca de los monstruos con el pibe cuando unas arañas muy grandes me agarraron en una red y perdí la tercera vida del perrito y game over. Yo pienso que el Bobi está buscando al Chueco y capaz que perdió alguna vida porque el Bobi también tiene tres vidas y cuando los monstruos le peguen con las pelotas de fuego el se va a volver a levantar y va a traer al Chueco de nuevo al barrio. Pero si el Bobi no encuentra al Chueco yo sé como hacer para que vuelva. Así que dejé de comer y chau. Porque cuando yo tuve la hepatitis que no quería comer porque la comida me daba asco el Bobi se echó al lado de mi cama y no se iba que cuando vino la doctora mi vieja se lo tuvo que llevar de arrastro porque casi más la muerde y la doctora se enojó y no me quería revisar. Pero cuando se fue la doctora el Bobi volvió a entrar al cuarto y de noche cuando nadie lo veía se metía en la cama conmigo y era muy calentito. Y es inteligente el Bobi porque cuando sentía que mi viejo se levantaba él se tiraba de la cama despacito y salía al fondo con mi viejo haciéndose el gil. Y no se movió de al lado mío hasta que yo empecé a comer y entonces se fue, con una novia dijo mi vieja, y cuando volvió yo ya estaba comiendo bien que después empecé a ir a la escuela de nuevo. Por eso ahora cuando el Bobi sepa que no estoy comiendo va a venir y se va echar al lado mío y de noche se va a meter en mi cama para darme calorcito. Entonces mi vieja me llevó a ver a la doctora que no sabe nada del Bobi y me preguntó por que no comía y yo dije que no tenía ganas y que no podía comer porque tenía un peso bárbaro en la barriga y que la comida no quería entrar. La doctora me dió unas gotitas que tienen un gusto espantoso y me dijo que si no comía me iban a tener que dar vacunas. Yo sé que las vacunas duelen mucho pero igual no voy a comer hasta que el Bobi no vuelva. Porque el Chueco ya volvió. La otra tarde lo trajo un patrullero. Yo no pude hablar con él porque se ve que no lo dejan salir y entonces no le pude preguntar si había sido el Bobi el que lo había encontrado. Pero el Bobi no volvió y entonces yo empecé a llorar mucho porque capaz que el Bobi había perdido las tres vidas y game over se le apagó la pantalla. Como me daba vergüenza que me vieran llorar, lloraba sólo de noche en la cama. La maestra me preguntó que me pasaba porque no llevaba bien los deberes y en clase ya no era el primero sote en hacer las cuentas y en el recreo me lo pasaba sentado sin jugar con nadie. Y entonces me dió una cartita para mi vieja y mi vieja fue a la escuela y se pasó todo el recreo charlando con mi maestra encerradas en el salón. Yo de noche sueño mucho. A veces sueño que está mi vieja sentada al lado de mi cama. A veces sueño que me toca la cabeza. Hoy soñé que mi viejo pasaba al lado de mi cama y ahora sueño que alguien está al lado mío llorando. Pero creo que estoy despierto y hay algo que se mueve en la cama. Ahora lo toco es algo chiquito suave y calentito. Ahora es como si me lamiera las manos y me muerde con dientes finitos. Mamá, mamá, corré que volvió el Bobi, volvió el Bobi. Mi vieja prendió la luz. Entonces lo ví. Era marroncito y no tenía corbatita y era cachorrito. Seguro que el Bobi había perdido alguna vida. Ahora sí, esta vez no le voy a poner Bobi para que no se acuerde de las cosas malas que le pasaron en la primer vida.-